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: Oak Ridge Elementary, una vez entre las peores escuelas del estado, ahora es un lucero dentro de un vecindario económicamente deprimido en Sacramento.  Gabriel Salcedo/KQED
: Oak Ridge Elementary, una vez entre las peores escuelas del estado, ahora es un lucero dentro de un vecindario económicamente deprimido en Sacramento.  (Gabriel Salcedo/KQED)

Manejando el presupuesto: Cómo una escuela intenta cerrar la brecha de disparidades

Manejando el presupuesto: Cómo una escuela intenta cerrar la brecha de disparidades

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Empiezan las clases en 10 minutos en Oak Ridge Elementary en Sacramento. El director de la escuela, Daniel Rolleri está sobre el pavimento saludando a los estudiantes, como suele hacer.

Oak Ridge es como muchos otros recintos educativos por todo el estado dorado. Los estudiantes en su mayoría son pobres. Muchos luchan por aprender el inglés. Otros no lo saben hablar.

“Existe un ciclo vicioso de pobreza, un ciclo vicioso de situaciones difíciles en la vida de nuestras familias”, explica Rolleri, al dar las últimas vueltas al recinto antes de sonar la campana. “La educación tiene que ser la mayor niveladora para que nuestros estudiantes tengan éxito en la vida.”

Ahora Rolleri tiene la responsabilidad de manejar las finanzas de la escuela bajo el audaz nuevo experimento de California promulgado hace tres años conocido como la Fórmula de Financiación bajo Control Local.

El cerrar la brecha de las disparidades es el eje central de este enfoque innovador que se da después de años de pleitos judiciales sobre la financiación del estado y sobre las calificaciones a nivel estatal, las cuales indican que la brecha académica en el estado no ha cambiado en absoluto.

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El objetivo del sistema de financiación es sencillo: Darles a las escuelas como Oak Ridge más dinero y mayor control sobre cómo gastar ese dinero. A cambio, los dirigentes escolares deben demostrar que las decisiones que toman en cuanto al gasto logran que más estudiantes en riesgo aprendan.

La esperanza es que los dirigentes escolares locales – y no los legisladores estatales – opten por estrategias y programas más enfocados, porque son ellos quienes comprenden las necesidades particulares de sus estudiantes.

Por ende, ahora las escuelas públicas con grandes números de estudiantes de reducidos ingresos, que aprenden el inglés y niños de acogida, reciben mayores ingresos de dinero cada año. “Es una manera de financiar las escuelas en zonas con altas tazas de pobreza y de necesidad,” dice Rolleri. “Darles fondos adicionales y permitir que contraten los recursos adicionales. Es posible que cueste tiempo y energía lograr los resultados, pero, al final del día, lo que requiere son seres humanos.”

Nueva libertad para gastar

Hace seis años, Oak Ridge Elementary estaba entre las peores escuelas en el estado. El distrito finalmente respondió y le asignó un nuevo equipo académico, que fue un respiro de vida nueva para la escuela.

Ahora, bajo el nuevo sistema estatal para financiar las escuelas, Oak Ridge recibe aproximadamente $185.000 en ingresos adicionales estatales para sus estudiantes necesitados. La escuela tiene un presupuesto operativo general de $1,4 millones.

Pero, esto es lo que pasa: A pesar del dinero que llega del estado, Oak Ridge todavía tiene que hacer recortes porque se están secando varias otras vertientes de financiación del distrito y federal – dólares con los que se pagan sueldos y los programas centrales a esta escuela.

Director de Oak Ridge Elementary Daniel Rolleri ve por una ventana del pasillo en lo que recorre la escuela. La escuela sirve a familias de reducidos recursos en un vecindario difícil de Sacramento.
Director de Oak Ridge Elementary Daniel Rolleri ve por una ventana del pasillo en lo que recorre la escuela. La escuela sirve a familias de reducidos recursos en un vecindario difícil de Sacramento. (Gabriel Salcedo/KQED)

No es típico, pero hay un número creciente de escuelas en California que enfrentan el mismo problema.

Recientemente, Rolleri tuvo que cortar a cuatro maestros de recursos, cosa que no conviene en esta escuela, donde todas las manos van a la obra.

Entre los estudiantes, corren muy alto y muy rápido las tensiones. El día de hoy, irrumpe una pelea después del almuerzo. A una niña del sexto grado le golpean en el rostro.
“Se va a relajar a mi oficina un rato,”dice Rolleri, en lo que la acompaña hacia su oficina. “Está un poco agitada y alterada.”

Todos los maestros de esta escuela tienen una forma particular de calmar a los estudiantes. La técnica que emplea Rolleri es la aromaterapia. La niña se sienta en su oficina, y él permite que seleccione de entre tres diferentes aromas. Él enciende una pequeña fuente, y le da a la niña un poco de tiempo a solas. Rolleri explica que los niños reaccionan así no porque son malos, sino porque en la escuela y en casa, tienen estrés y frustración.

El director está empeñado en usar los fondos del estado para programas que ayudan a los estudiantes a sentir amor propio.

Calculando las cifras

Después del almuerzo y de un recreo, Rolleri se enfoca en finalizar el presupuesto del año entrante. Consume apresurado una barra alimenticia, se quita la corbata y enrolla las mangas.

“Cuando primero asumí el puesto de director, lo que más me costó entender fue el presupuesto,” comenta Rolleri. “Ahora que tengo más experiencia y comprensión, se me hace un poco más fácil, pero sigue siendo difícil.”

Esta tarde Rolleri se encuentra un poco más nervioso de lo normal. Dentro de una hora tiene una reunión con autoridades del distrito para revisar el plan de gastos, y no logra que las cifras encajen.

Director Daniel Rolleri trabaja desde su escritorio en una mañana típica. Es director de una escuela que se enfrenta con decisiones económicas muy serias, a pesar de haber recibido fondos adicionales del estado.
Director Daniel Rolleri trabaja desde su escritorio en una mañana típica. Es director de una escuela que se enfrenta con decisiones económicas muy serias, a pesar de haber recibido fondos adicionales del estado. (Gabriel Salcedo/KQED)

Bajo las nuevas reglas de financiación, Rolleri debe demostrar que está gastando los fondos adicionales del estado en personas y en programas que mejorarán el rendimiento de los estudiantes.

“El solo hecho de contar con fondos adicionales, recursos adicionales, no hace que el trabajo sea fácil,” explica Rolleri. “Y yo pienso que es una percepción errónea que tienen algunas personas. No es fácil. Yo diría que hasta es más difícil porque hay una obligación inherente que con esto no podemos fracasar, no podemos arruinarlo.”

En su mayoría, los distritos escolares por todo el estado de California han estado gastando su parte de los fondos adicionales del estado en aumentar los sueldos de los maestros – lo cual conlleva a graves inquietudes sobre si es un uso apropiado del dinero.
Los dirigentes de las escuelas, sin embargo, insisten en que pagarles más dinero a los maestros sí ayuda a los estudiantes en riesgo, porque los buenos maestros sienten mayor voluntad de seguir empleados a largo plazo en las escuelas difíciles.

En Oak Ridge, Rolleri piensa usar una gran parte del dinero adicional para una posición: la de subdirector.

Rolleri cree que esta posición es crítica porque es la primera línea de defensa para todo lo que ocurre en la escuela, desde atender a padres que discuten hasta ayudar a estudiantes con dificultades.

El valor de la subdirectora

Subdirectora de la escuela de Oak Ridge, Tiffany Wilson, rara vez se encuentra sentada en su oficina. Más bien, se le encuentra corriendo por toda la escuela, ayudando a estudiantes.

Hoy Wilson está sentada bajo un árbol en el jardín comunitario de la escuela, hablando con un estudiante que tiene dificultades en una clase.

Wilson, quien fue premiada maestra del año en el condado de Sacramento, aprende que el niño es el segundo hijo de tres y que siente que su mamá ya no lo quiere. No tiene padre presente.

Wilson explica que su rol ayuda a los estudiantes de alta necesidad en la escuela porque cuando ella atiende sus problemas personales, los maestros pueden dedicarse a la instrucción, y los niños al aprendizaje.

“Si bien el impacto que tengo yo sobre lo académico puede ser algo más indirecto, yo sí creo que mi rol es importante por ayudar que los maestros no se sientan abrumados,” comenta Wilson. “Yo me puedo encargar de ciertas cosas, lo cual permite que ellos se dediquen a su cometido.”

Director Daniel Rolleri consulta con el especialista en comportamiento de la escuela durante un receso en la escuela Oak Ridge Elementary.
Director Daniel Rolleri consulta con el especialista en comportamiento de la escuela durante un receso en la escuela Oak Ridge Elementary. (Gabriel Salcedo/KQED)

Hasta el momento, grupos como la American Civil Liberties Union indican que no hay garantías los dólares adicionales produzcan mejores resultados académicos.
Las autoridades educativas del estado replican que esto es porque California acaba de cambiar a una nueva prueba estandarizada a nivel estatal, y éste es el primer año en el que todas las escuelas públicas deben implementar las normas académicas del llamado Common Core.

Encima de esto, continúan las autoridades educativas del estado, California está en el proceso de desarrollar un nuevo sistema de rendición de cuentas que mide el rendimiento de las escuelas de una forma completamente nueva, usando múltiples medidas, incluyendo el ambiente en la escuela, la participación de los padres y las calificaciones de las pruebas.

Aún así, algunos críticos temen que los dirigentes escolares simplemente están financiando a personas y programas ya existentes, sin explorar otras maneras de dirigirse a mejorar las escuelas.

Logrando el apoyo de los padres

En la escuela de Oak Ridge Elementary, la mayoría de los padres con autoridad apoyan la decisión del director por gastar una cantidad importante de los fondos adicionales del estado en el sueldo de la subdirectora de la escuela.
“He visto cambios en la escuela,” comenta April Ybarra, madre sin pareja con dos hijas estudiantes en Oak Ridge. “Los administradores están tratando de hacer una diferencia. Yo pienso definitivamente que es un esfuerzo de equipo.”

El proceso de formular un presupuesto para la escuela local también es un esfuerzo de equipo bajo el nuevo enfoque de financiación.

Los dirigentes del distrito y de las escuelas tienen la obligación ahora de incluir a los padres en el proceso, permitiendo que den sus opiniones en cuanto al tipo de programa y servicios que quieren para sus hijos.

Es otro cambio al terreno de juego en la financiación de las escuelas en California.

Se decora una cancha de frontón con orgullo escolar en Oak Ridge Elementary, una de siete “escuelas prioritarias” en el Distrito Unificado de Escuelas de Sacramento.
Se decora una cancha de frontón con orgullo escolar en Oak Ridge Elementary, una de siete “escuelas prioritarias” en el Distrito Unificado de Escuelas de Sacramento. (Gabriel Salcedo/KQED)

Durante décadas, las autoridades escolares, desde los superintendentes hasta los oficiales de finanzas, operaban en su propia sede distrital.

Ahora están dejando las oficinas para organizar reuniones comunitarias sobre el presupuesto, relacionándose con los padres de familia y liderando talleres sobre las nuevas reglas de financiación.

Rolleri distribuyó encuestas y realizó reuniones después de las horas de escuela en Oak Ridge para conseguir las reacciones de los padres de familia. Un consejo escolar conformado por padres, maestros y administradores aprobó el plan de gastos.

“Yo siento que tenemos voz en el proceso,” dice Ybarra. “El problema es que no hay suficientes padres de la escuela que entiendan o que les importe lo que significa este dinero y para qué se puede usar.”

Un informe de Ed Trust West del 2015 halla que las nuevas reglas para el gasto en California consiguen que participen más personas, pero en algunos distritos y en algunas escuelas no hay un “profundo nivel de participación.”

Rolleri es uno de los directores que agradece tener más libertad en cuanto al gasto a cambio de la participación de la comunidad.

“De ninguna manera somos perfectos,” comenta Rolleri. “Pero, al final del día, estamos intentando cumplir con las necesidades de todos. Con los datos que salgan del rendimiento estudiantil, voy a poder entender mejor lo que debemos hacer para dar apoyo y para seguir adelante.”

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Este informe es el primero de Budgeting From the Blacktop/Manejando el presupuesto, una serie de cuatro partes de Ana Tintocalis, que analiza profundamente la escuela primaria de Oak Ridge Elementary.

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